Entre la Fundación VíaRed ubicada en Bogotá, D.C., Colombia y la comunidad indígena del Resguardo La Victoria de la étnia Piapoco, ubicado en el municipio de Puerto López, Meta; se unen para crear un Plan Maestro para el desarrollo Social, Educativo y Técnico de la comunidad.
Se busca crear un modelo de desarrollo inclusivo y que se constituya en un proyecto piloto que sirva de ejemplo para las otras comunidades indígenas que hay en el país.
· Trabajar para construir desarrollo social y técnico de la comunidad perteneciente al Resguardo Indígena Piapoco La Victoria.
· Construir programas de seguridad alimentaria y mejoramiento de la nutrición del Resguardo con especial atención en la primera infancia y el adulto mayor.
· Traer nuevos modelos educativos y formativos para los jóvenes y sus familias, que permitan mantener su cultura y prepararlos para mejorar su calidad de vida en el presente y futuro y así buscar un mejor futuro.
· Buscar y traer a la comunidad mejores prácticas que faciliten el desarrollo técnico de las actividades productivas que se desarrollen y así dar valor a la comunidad y a la sociedad en general.
Desde las cenizas
Cosmovisión ambiental
Libro para niñ@s Piapoco
Piapoco Gargantiblanco
Las primeras referencias sobre los Piapoco datan del período de las exploraciones europeas durante el siglo XVI. Es una comunidad indígena que conserva una parte importante de su cultura y tiene lengua propia. EL Resguardo La Victoria está ubicado en el departamento del Meta, cuenta con una extensión de 3.243 hectáreas y una población total de 312 habitantes.
El pueblo Piapoco habitaba en el Rio Guayuriba en el territorio de Puerto Guadalupe Meta, allí contaban con territorios amplios para su hábitat. La región se caracterizaba por presentar riquezas abundantes de flora y fauna y el Resguardo tenía suficientes recursos para garantizar su alimentación, tenían pocos vecinos y podían usar amplios espacios por fuera del Resguardo para satisfacer sus necesidades, hoy en día no lo pueden hacer.
Los ancestros indígenas eran nómadas, permanecían en unas tierras por un tiempo, las aprovechaban y luego se mudaban a nuevos territorios, permitiendo que las anteriores se recuperaran y el ecosistema flora y fauna se mantuviera. La tierra no tenía dueño, era libre para usar, vivían de la recolección, caza y pesca. Los Piapoco vienen de Brasil, Amazonía y Venezuela Orinoquía; tuvieron asentamientos en Vaupés, Guaviare, Guainía, Vichada, Arauca, Casanare y Meta.
Esta historia es contada directamente por Marcelino Gaitán, Capitán Mayor de los Piapoco en La Victoria, Puerto López.
Los Piapocos asentados hoy en La Victoria, municipio de Puerto López en el Departamento del Meta, en el kilómetro 70 de la vía que conduce a Puerto Gaitán; vienen de su territorio ancestral en la región del Guayuriba, donde los colonos en tiempos de violencia invadían terrenos, masacraban “indios” para quitarles sus tierras y tumbar bosques para hacer ganadería extensiva.
José Eustasio Rivera en su obra “La Vorágine”, describe así estas dantescas escenas: —“…que venían de San Fernando a robar caucho y cazar indios. Todos murieron. Y es costumbre colgarlos para escarmiento de los demás”—. Estos invasores, en tierras de hoy Puerto López, fueron acorralando a los Piapoco, los encerraron hasta dejarlos sin lugar para sus faenas de recolección, caza y pesca.
Los Piapoco al verse acorralados y perseguidos violentamente por los invasores, para salvar sus vidas, decidieron buscar nuevo territorio y preservar su etnia. Fue así como el concejo de ancianos se reunió y decidió nombrar un nuevo Capitán Mayor con el principal objetivo de encontrar un territorio para llevar a salvo a las familias y asegurar su comunidad. Esta responsabilidad quedó en manos de un joven: Marcelino Gaitán, de tan solo 16 años, que tenía la ventaja de saber leer y escribir, producto del cariño que le tomó una profesora de una misión evangelizadora que lo quería como hijo, y pedía a la comunidad que se lo regalara, ella ofrecía educarlo.
Para cumplir con las normas indígenas, el Capitán Mayor debe tener esposa, y fue así como Marcelino Gaitán contrajo matrimonio a los 16 años. Marcelino tomó la acción de escribir una carta al Inspector de Policía contándole la peligrosa situación que vivía su comunidad por el asedio de los colonos invasores. El Inspector al ver al joven, intrépido, preocupado por los suyos, se unió a la cruzada por salvar esta comunidad indígena. Lo primero que hizo fue ayudarle a reescribir su epístola para dirigirla al Instituto Colombiano de la Reforma Agraria (INCORA) en las estancias gubernamentales, con la solicitud de un terreno a donde salvar su comunidad.
Cuenta Marcelino, hoy a sus 65 años, que cuando le llegó respuesta positiva a solicitud, de la asignación de un territorio, la instrucción era delimitar el territorio con cercas, solicitud que ellos atendieron en jornadas de trabajo con las familias. En varias ocasiones llegaron los colonos invasores, armados, buscando a Marcelino Gaitán, Capitán Mayor de los Piapoco para asesinarlo, por haberlos denunciando. En varias ocasiones el mismo Marcelino fue el que los recibió, pero ellos nunca se llegaron a imaginar que ese muchacho de tan solo 17 años era el Capitán Mayor, eso salvó su vida.
Los Piapocos se unieron con los Achaguas, otra comunidad indígena, para fortalecer sus diligencias frente al INCORA y así legalizar sus territorios. Finalmente, en 1979, el territorio Piapoco es constituido como resguardo en el turpial la Victoria (Humapo) mediante la resolución N° 0065 del 13 de junio de 1979. Desde que se constituyó el resguardo jurídicamente existen dos resguardos indígenas a través de la resolución N° 052 del 21 de julio de 1983 y el acuerdo 306 del 17 de abril de 2013 se ratifica la resolución No. 052 del Instituto Colombiano de la Reforma Agraria INCORA; en tierras de las antiguas haciendas. El territorio se dividió entre Piapocos y Achaguas, quienes establecieron dos caseríos independientes: La Victoria para la Comunidad Piapoco y el Turpial (Umapo) para la Comunidad Achagua. El Resguardo La Victoria tiene una extensión de 3.243 hectáreas y una población total de 337 habitantes de acuerdo al censo del 2017.
Los mayores problemas son, la pobreza y la miseria, poca oferta alimentaria, problemáticas de la juventud, falta de identidad y cultura. Donde los niños y los ancianos son los más afectados por la desnutrición. Aunque son de tradición sedentaria han sido sometidos al desplazamiento forzado por los blancos y ganaderos, colonos y grandes industrias, como la petrolera, que los han confinado a un espacio reducido que limita su crecimiento poblacional.
La disminución de los bosques, la desaparición de especies, han limitado las posibilidades de mariscar, generando imposibilidad de conseguir alimentos, el consumo de proteína ha disminuido de manera importante, lo que ha traído problemas de nutrición especialmente en la primera infancia y en los adultos mayores.
La comunidad también acepta que hoy requiere hacer mayores desarrollos en el tema agroalimentario, dado que las unidades de producción son muy pequeñas y no son suficientes para alimentar durante todo el año a los integrantes de las familias, también aceptan que requieren conocimientos y tecnologías para el manejo de las áreas de su resguardo ubicadas en la meseta de su territorio (sabanas de la altillanura).
Se está a más de una hora en carro para llegar a un centro de salud. Varias mujeres han tenido partos en buses camino al hospital más cercano. En la actualidad la mayoría de los integrantes del Resguardo, acuden a los médicos tradicionales, sin embargo, el contacto con los blancos y las jornadas de salud llevadas a cabo por las entidades estatales, ha conducido a que la población indígena también entre en contacto con la medicina occidental.
Hay enfermedades que estas personas no puede curar, por esto después de ser valoradas por el chamán o médico tradicional, ven la necesidad de que la persona asista o no a un centro de salud. La mayoría de los casos en el Resguardo La Victoria, en los que acuden a la medicina occidental, son en los embarazos de mujeres jóvenes, la desnutrición severa de la población infantil y las enfermedades parasitarias. Las personas fallecen de muerte natural, por “desobedecer” normas culturales, por envidias que afectan a la persona directamente o a un pariente cercano.
En el resguardo la Victoria solo existe una escuela y cuenta con 3 aulas de clase donde se imparte educación de grado cero a quinto de primaria, distribuyendo los estudiantes cada dos cursos por salón de la siguiente manera: grado cero y primero, segundo y tercero, cuarto y quinto. Las aulas están en mal estado físico creando un ambiente no propicio para el desarrollo de las actividades educativas. Luego de que los estudiantes terminan su educación primaria se trasladan diariamente hasta la Institución Educativa Trietnica Yaliakeisy ubicada en el resguardo Umapo donde realizan su bachillerato.
las escuelas de las comunidades indígenas llamadas bilingües carecen de coordinación y seguimiento; los profesores no se capacitan para mejorar su desempeño; no se ha elaborado material de apoyo o ayudas educativas; no hay garantía de la continuidad de los estudiantes tanto de los que terminan el grado 5 como de los que culminan su bachillerato.
Otra situación que preocupa a las autoridades tradicionales del resguardo, es el presente inmediato de la Juventud. Son los jóvenes de La Victoria quiénes son considerados la población de mayor riesgo. El contacto permanente con el blanco los ha ido alejando de la comunidad, está en riesgo la lengua, las costumbres, los valores y los saberes. Las niñas están relacionando con los blancos, y conformando nuevos hogares donde el mestizaje se incrementa, esta mezcla cultural, los aboca a un futuro incierto, para el cual no se han preparado todavía.
Sus jóvenes se están volviendo altamente dependientes de la modernidad y de otras costumbres ajenas a su cultura, lo que les impide hacer productivo su territorio, desconociendo y olvidando los conocimientos y saberes ancestrales, que los antiguos manejan pero que se está perdiendo, como el Conuco tradicional. Además, sus terrenos no son óptimos para hacer variedad de cultivos, no cuentan con recursos para sembrar. Su alimentación está basada en el consumo de subproductos de la yuca brava (yucuta, casabe, mañoco y yare) y la realización de actividades de caza y pesca.
La educación, es un factor que contribuye a la despersonalización de la cultura, ya que la educación ha alejado a los jóvenes de las labores tradicionales de las comunidades. Los cultivos tradicionales son realizados por los adultos mayores, los jóvenes tienen como argumento la educación para no realizar las labores en el campo, como el establecimiento de cultivos pan coger, tarea que realizada por las mujeres y hombres mayores.
Los jóvenes Argumentan no tener un futuro claro, se sienten amenazados por el mundo circundante, quieren accesar a niveles de bienestar, practicar deporte, poner en práctica costumbres y modas que la sociedad ofrece, como el celular, medios de transporte, vestuario. Las jóvenes asumen costumbres y valores como la moda y el arreglo personal.
El resguardo tiene un avanzado deterioro de los recursos naturales, los cuales han sido utilizados para las viviendas, que son de corta vida útil porque no se inmunizan los materiales; lo mismo que el uso de la madera y el moriche en actividades artesanales como complemento a la subsistencia que incrementa el problema ambiental. Las posibilidades de caza y pesca son muy limitadas.
La cosmovisión para el pueblo Piapoco es una parte fundamental de su cultura en la cual se identifican con una serie de mitos y personajes ancestrales fundamentales para su existencia. Se encuentra el mito de Kaliawirinae, el palo que contenía todos los alimentos en la región, y del cual en un principio sólo se alimentaba el Cuchi Cuchi animal nocturno el pueblo descubrió que este se estaba alimentando de piña, banano y yuca, lo identificaron por el olor en su hocico así que decidieron seguirlo pero se encontraron con una laguna la cual no podían atravesar, así que decidieron mandar al (rendajo) pero este no pudo cruzar la laguna, mandaron a la (ardilla) pero esta no tuvo éxito, mandaron a la (lapa) esta logró encontrar al Cuchi Cuchi, este se estaba alimentando de un árbol en el cual se encontraba toda clase de alimentos, la (lapa) le sugirió que le lanzara un pedazo de alimento, éste le lanzó un gajo del cual se sacó todos los alimentos existentes en el mundo. Es un mito fundamental para comprender el origen de la agricultura del pueblo Piapoco. (Marcelino Gaitán).
El rezo del pescado es una práctica cultural muy importante para este pueblo, éste se realiza cuando a la niña le llega la primera menstruación, ritual en el cual se la sube en un chinchorro alejada del suelo durante una semana, en la cual solo se la alimenta con agua, caldos y yucuta, y se le hace un rezo, si no se realiza éste rezo, se cree que la niña no va tener suerte y según sus creencias, podría morir. Después de cumplida la semana llaman a la anciana del pueblo para que la aconseje, ella se arregla muy bien, se realiza una gran comida en la cual la niña es encargada de repartirla y es la encargada de probar el pescado al cual le echan bastante ají para que ella pueda aguantar los dolores de parto futuros. Llaman a los muchachos para que la correteen hasta el río donde la niña es bañada. (Alonso Gaitán).
Es importante destacar que para el pueblo Piapoco cada elemento de la naturaleza tiene un ser que lo habita. El señor Emilio Gaitán menciona que los espíritus que gobiernan la naturaleza son los munuanii que es el abuelo de la laguna, que es el que se encarga de llevarse a las mujeres que dan a luz, cuando no se hace el rezo a las niñas con su primera menstruación. El Tununu el abuelo de la tierra, es quien se encarga de llevarse a los hombres cuando no hacen la dieta cuando su mujer está en embarazo, el tzawaliwali de los bosques, el pájaro chicué, según la tradición oral de los Piapocos, fue creado por el dios Kajúyali (el de la pierna cortada), al verse mortalmente herido acude al mariapi (instrumento para inhalar yopo) y lo convierte en pájaro chicué, con el propósito de avisar a los hermanos chamanes que él se estaba muriendo. Cuando un indígena escucha el canto del chicué, abandona sus labores y se dirige a su maloca para refugiarse y salvaguardarse de cualquier peligro que lo aceche.
Una de las funciones de la serpiente tsawaliwali, es no dejar secar las lagunas, ríos y caños.
La concepción del tiempo para estas comunidades se plantea como un sistema de interrelación vital para la existencia del hombre. Hay una relación de dependencia entre la actividad agrícola de los Piapocos, asociada a los ciclos de fertilidad y reproducción de las tortugas. Así, se establece una relación entre la fertilidad de la tierra, la fecundidad de la mujer y la fertilidad de la tortuga para asegurar la existencia y armonía de la comunidad. Como afirma (Alonso Gaitán), el mundo y la existencia humana se valoran en términos de la vida vegetal y de ahí que el ciclo cósmico se conciba como la repetición indefinida del mismo ritmo: nacimiento, muerte, renacer. Según la cosmovisión Piapoco, la vida es un ritual permanente y una interrelación entre cruzamiento de fuerzas constantes entre el hombre, los animales, las plantas, las piedras, los ríos, las lluvias y las constelaciones que nacen, crecen, mueren y vuelven a resurgir en los ciclos estacionales para mantener viva la armonía y el equilibrio del mundo. En cada ciclo aparece la rememorización y recreación del mito, la memoria narrada demuestra que la concepción del tiempo persiste y a través de ella se sigue estructurando el sentido sobre los acontecimientos del pasado y del presente, sentido en el que el tiempo no es pensado independiente o separadamente del espacio territorial.
En conclusión, puede afirmarse que la relación que establecen los Piapocos entre naturaleza y sociedad ha logrado desarrollar un conjunto de prácticas y de conocimientos vitales referenciados en los mitos para la conservación y aprovechamiento racional de la biodiversidad del contexto.
La instalación de los mitos en la vida diaria del pueblo Piapoco contribuye a mantener una posición de resistencia ante la colonización de los imaginarios generados por la educación, la religión, y el contacto con los colonos, a fin de invadir sus territorios con ánimo de explotación y riqueza.